La preocupación de las familias por la alimentación de sus hijos/as es comprensible. Sin embargo, es esencial recordar que, a menos que haya una razón médica que afecte el apetito, forzarlos/as a comer en exceso no es la solución, saben cuándo están saciados. Si tu hijo/a no muestra interés por alimentos saludables o parece no tener hambre a las horas habituales de las comidas, es fundamental examinar su rutina diaria. Puede haber factores adicionales que influyan en su apetito.
Pero… ¿Por qué podría mi hijo no querer comer?
- Hábitos alimenticios inadecuados: Proporcionar una alimentación basada en bollería, rica en calorías pero escaso valor nutricional, puede hacer que se sientan llenos antes de ingerir alimentos más saludables. Además, si saben que el postre consiste en un dulce, pueden preferir comerlo antes que la comida principal. También, comer fuera de horario u ofrecer comidas monótonas puede influir en su apetito.
- Cambios en la rutina: Les cuesta adaptarse a cambios en la rutina, ya que, generalmente, no tienen control sobre ellos. Estos cambios pueden causar enojo e incertidumbre y la falta de anticipación ante cualquier alteración en la rutina puede reducir su apetito.
- Padres exigentes y el «síndrome del plato limpio»: A veces, se puede servir demasiada comida en el plato, lo que les dificulta a que se lo terminen. Alentarlos/as a comer en exceso puede tener un efecto negativo en su relación con la comida.
- Uso de dispositivos electrónicos durante las comidas: Las pantallas pueden distraer a los/as niños/as durante las comidas. Los colores y sonidos de las pantallas a menudo captan su atención, lo que puede llevar a que dejen de prestar atención a la comida.
- Enfermedades: Es fundamental tener en cuenta cualquier enfermedad que el/la niño/a pueda tener, ya que algunas condiciones médicas pueden afectar el apetito.
Métodos para afrontar estas situaciones:
- Variedad de alimentos: Ofrece una amplia variedad de alimentos, no solo dulces. Esto les ayudará a acostumbrarse a sabores diversos. También es importante presentar los alimentos en los platos, aunque no se los coma, que estén presentes de sus platos.
- Evitar picoteos entre horas: Si tus hijos/as dicen que tienen hambre entre comidas, puedes ofrecerles opciones saludables, como un bocadillo o una pieza de fruta, pero en cantidades reducidas.
- Establecer una rutina: Establecer una rutina les proporciona estructura y les permite anticipar cuándo es hora de comer.
- No obligar a comer: No los/las fuerces a comer alimentos que no quieren. Introduce nuevos alimentos poco a poco y animales a probarlos. Mediante Juegos, actividades culinarias y manualidades pueden hacer que la comida sea más atractiva y divertida.
- Eres un modelo a seguir: Los/as niños/as aprenden observando. Sé un modelo a seguir al mostrar buenos hábitos alimenticios.
- Compartir en familia: La hora de la cena o el almuerzo puede ser un momento en el que cada miembro de la familia comparte cómo le ha ido el día y qué ha aprendido. Esto no solo evita el uso de pantallas, sino que también fortalece los lazos familiares.
- Consultar a un profesional : Si sospechas que hay un problema de salud subyacente, es esencial consultar a un médico o nutricionista para abordar problemas más graves.
Recuerda que cada familia es única y que las condiciones de cada niño/a también lo son. Con paciencia y apoyo, puedes superar los desafíos relacionados con la alimentación y garantizar que tu hijo/a tenga una relación saludable con la comida.